Vaivén de elegía
Llegaste al fin, insomne muerte,
en tu sorda zancada perdida.
Aprisa surcaste la azabache estela,
cual lúgubre horizontal de clemencias mecida,
que se turba y se recuesta
en un vaivén de elegía.
Crispante melodía despierta,
ante tal llegada imponente.
Que me trenza en yerta espada
para clavarme en ti, muerte.
Ansiando anudarme a tus pestañas
por mi desorbitada furia, tensadas.
hasta conseguir dejar sus entrañas
en el aire intransitable, ancladas.
Y calmar con gasa de brasas
tu desvalida mirada,
tus ya, imprecisos ojos.
Dejando tan solo de ellos
dos profundos y huecos despojos.
Y alcanzar a lamer, lasciva, tu sangre,
mi incontenible lengua de sable.
(y con tal seductor gesto)
sutilmente surcare, profundo tu pecho.
Lograre tornarme caprichosa mina
reventándome en tu boca.
y entre tus cadavéricos cimientos,
hambrienta carcoma loca.
Y cuando casi extinguida, pidas clemencia,
me descubriré, para ti, de la crueldad,
devota presencia
escarbando en tus sangrientas heridas.
Donde sembrare colmenas de serpientes homicidas.
Y recostada en tal tormento,
allí, vieja amiga, cavare tu lecho.
Tanta ira desgarrando mi consuelo,
me levanta en torrentes de viento
y huracanes de hielo.
Pues desde esta brutal travesía,
solo puedo quedarme donde he llegado
deshabitada y perdida.
Y solo me es posible seguir viviendo,
ante ti
y mis pedazos de odio luchando en su nombre.
Y repito su nombre “ Eduardo”
y descubro dentro, destellos de vida.
Rebusco en su memoria
y tras ella, aun mas vida.
Jirones de pasión en su recuerdo,
claridad inmensa.
Y vida, vida,
mucha vida.
Resbalando en mis ojos
su lindo horizonte perpetuo
y su inextinguible esencia.
Descubro que tan lejos, mi primo…
tan lejos no queda tu ausencia.
Alma en espera
Espero el hueco vació
donde reinventar mis parpados y cada hueso
con preludios continuos
que nacen y se extinguen.
Espero el aire colmado de espacios
donde recrear cada color oportuno
con trazos discontinuos
de tinta y despertares.
Espero como cualquier alma ensimismada
en las horas que busco y me encuentran.
Espero como el alma que no busca nada
y se deja atravesar
por la luz que me alumbra,
por el calor que me alberga.
Espero como el alma abandonada
que encuentra promesas,
o el alma interrumpida
que pierde respuestas.
Espero como el alma siempre desconocida
que se mantiene ajena y quieta.
Espero como el alma que se prolonga
para enraizarse en el fondo de ti.
Espero como el alma que se quiebra
y aprende, al fin, a vivir.
Palabras de tiza
Te vas,
dejando entornada nuestra puerta
y tras ella,
mi destino congelado,
que rompe a hervir, intermitente,
en los largos transcursos
de cada latido,
que se sienta a esperarte
y prende la luz
de él “después”
de “más tarde”.
Enmudeciendo el estruendo chirriante
que salpica la angustia, en mi cara.
Reposando sobre mis ojos
varios soles ardientes, sobrepuestos,
que te acercan en rápidos recortes
de alcoba desnuda.
Descansando, como entre granos de café,
en el aroma de encontrarte.
Expandiéndose, profunda y lentamente,
en el deleite
de la espera y
de él llegar.
Permanezco inmóvil.
Aguardando la caricia de tu voz
Que siempre acaba por abrazarme.
Esperando, tus dedos de tiza,
escribiendo versos sedientos
sobre mi piel,
que el sudor exaltado
se encarga de borrar,
para volver a reinventarlos y rescribirlos.
Desde tus dedos
hasta mí.
Sin rima, sin métrica.
sólo un profundo agujero
escupiendo palabras benditas
que se dibujan, impacientes, en mi cuerpo.